jueves, 10 de mayo de 2012

TRAMO VIII

Vas de los cabellos de la sabiduría,
boca entrelazada en espacios vacíos,
mano detenida en el fuego informe
del tenebroso olvido.


Montas sobre tu luna, para hurgar
los cuerpos sin alma,
los rostros sin pasado,
hijos del hastío y la memoria.


No puedes ni quieres detenerte,
infinito, como el cavador recóndito
del barro, y mago del polvo
devuelves a mi corazón esperanza.


Estamos enlazados, firmes en el pensamiento,
desamordazando las ideas,
y la desnudez, acorralada en el patíbulo de la inexistencia.


Cómo nos amamos,
ocultos en las estrellas
remotos en los pájaros
y salvajes por la tierra.

Cómo nos enajenamos,
cuando cubrimos el rostro
y espantamos el gesto breve,
de la tibieza ardiendo en las palabras,


Yo compongo en la escarcha,
la música de tu deseo
y el último corazón
del hombre que sueña.


Yo rememoro y construyo
un altillo transparente,
en el hueco de tus huesos
y en el mar de tu sangre.

Yo estoy despierta y vibrante
nadando en tu éxtasis,
con la piel enredada
y los ojos solitarios.


Si los hombres comprendiesen
y aprendieran a dejar el rostro libre;
limpiaría sus máscaras sedientas
y quebraría con lluvia mi dolor.


Pero tal vez es tarde,
y el crepúsculo nos llame,
para encontrarnos pasajeros
al borde del hambre.


Acorralados e intrépidos
sin genitales ni alma,
matando tantas causas
y dándole la espalda a la ternura.




Xilografía: "Valquiria"
Obra que pertenece al Libro de Artista

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