Voy cruzando los abismos,
agazapada en penumbras
destrozo la crisálida dormida,
de mi muerte remota.
Voy girando descalza,
en lentos abanicos de bruma,
pletórica y oculta,
llevo la niebla en el alma
y la luz en la mirada.
Antorchas que enciendo en otoño,
cuando tu nombre se desvanece
en mi silencio ignoto,
cuando tu sombra se deshace
como bruma perdida,
en una estación azul de mi alma.
Somos los desconocidos,
los enigmas del tiempo;
somos los locos oscuros,
desenterrando los árboles desnudos
y cubriéndonos el cuerpo,
con las últimas hojas enfermizas del otoño.
Somos las efigies hechizadas
en una tormenta de miedos,
perdidos y desencontrados
en la llama ocre del otoño,
que vuelve a robarme el corazón
y a descubrir tu alma impenetrable.
Pintura: "Romance"